¿Quién no ha jugado al bingo al menos una vez en su vida? seguramente que Más de uno haya pensado para sí mismo "Yo...y más de una...". El bingo es uno de los juegos de azar más antiguos que se practica de manera internacional en multitud de lugares y rincones de todo el mundo. Su pasión y diversión no han perdido fuerza a lo largo de su recorrido histórico, y es de esta manera como se puede comprobar el fervor que despierta en sus jugadores con tan sólo entrar en una de las más 600 salas de bingos que funcionan en la actualidad y comprobar la ilusión que maneja cada persona que contiene un cartón de números en la mano esperando ser el afortunado en cantar la famosa palabra BINGO!!!! y poder alegrarse así con una pequeña pero nada desechable cantidad económica.
Nos parece importante mencionar en este artículo el recorrido histórico y por lo tanto geográfico que ha sufrido la historia del bingo a modo de cultura popular, con el fin de conocer las raíces de uno de los juegos más arraigados en la sociedad mundial y que más folclore ha suscitado en nuestra sociedad.
Se cree que el Bingo comenzó sus andaduras hacia el año 1530 a manos de la cultura italiana. Por aquel entonces este país creó un sistema de loterías denominado "Il Giocco del Lotto d`Italia", la cual se practicaba semanalmente y su práctica ha llegado hasta nuestros días. Dicho sistema se caracterizaba por la facilidad de su uso, al disponer simplemente de un cartón con unos números escritos y un inmenso bolillero del que salían bolas numeradas. Es fácil percatarse de la semejanza de ambos juegos: el antiguo y el moderno apenas han variado, lo que demuestra las raíces históricas de este juego popular tan fuertemente ancladas en la sociedad moderna en la que vivimos.
Pues bien, el Bingo se fue difundiendo por el resto de Europa, y el primer país al que llegó la corriente de la que estamos hablando fue Francia, alrededor del año 1770. El cambio más significativo que realizaron fue el acortamiento de su nombre al denominarlo sencillamente “Le Lotto”. Las reglas impuestas por aquel entonces se asemejan a las actuales y era practicado por la alta sociedad; la gente perteneciente a la aristocracia hizo suya la práctica de este juego y tuvieron que pasar bastantes años para que se popularizara este divertido y conocido juego mundial.
Fue en Alemania donde el bingo alcanzó connotaciones pedagógicas. Con su rápida extensión por toda la zona europea iniciada en el siglo XIX, fue en 1850 cuando se introdujo en las escuelas el juego del bingo dedicado al alumnado infantil con el objetivo de identificar las cifras numéricas y enseñarles a cantar a través de sus adaptaciones de "bingo de animales" y "bingo para deletrear".
Fue muy rápida su incursión en los Estados Unidos a principios del siglo XX, comenzando su expansión con su práctica en ferias y festivales. Debido al contexto de su realización en estas jornadas, bastaba con que el portador de las bolas numeradas contara con una caja de cigarros para sostenerlas y los participantes taparan sus números cantados con alubias (beans en inglés, de ahí que los norteamericanos gritaran beano al tapar completamente su cartón de juego).
Cuenta la historia que en el año 1929 un conocido vendedor de juguetes de Nueva York, Edwar Lowe, quisiera participar en un juego de bingo en los festivales de Atlanta, Georgia. Después de conseguir participar tras largas horas de espera por hacerse un hueco entre la multitud de participantes que no dejaban libre su puesto, Lowe quiso compartir este lúdico juego con sus amigos. Uno de ellos, al querer cantar bingo, se le empezaron a trabar las palabras de la emoción y tan sólo pudo balbucear: B-B-B-B....BINGO!!!!. Y es así como ha llegado hasta nuestros días el nombre actual con el que todos conocemos este juego de azar.